viernes, 7 de octubre de 2011

Marques de Riscal & Frank Gehry: una apuesta exitosa

Entrada al hotel
Cuando pienso en artistas, creativos, escritores, periodistas y arquitectos, soy de la opinión de que, una vez encontrado nuestro estilo, lo repetimos hasta la saciedad. Eso no es malo; tan solo es nuestra seña de identidad. Esto mismo, en mi opinión, es lo que el arquitecto Frank Gehry hizo hace cuatro años en el corazón de La Rioja alavesa: repetirse. Me contaba la periodista Paloma Sanz que, con motivo de la inauguración del hotel de Marqués de Riscal, entrevistó al arquitecto canadiense. En dicha entrevista, al parecer, Gehry insistió en el trabajo que supuso idear un diseño que, a su juicio, se integrara perfectamente con el paisaje. Profundo esfuerzo creativo o repetición de modelos anteriores, lo cierto es que el hotel-spa es un diamante engastado en el bello paisaje alavés. Su diseño futurista se funde con el entorno creando una belleza sin parangón posible en la zona. La peculiaridad reflectante de los materiales utilizados nos muestran un edificio cambiante, vivo como el vino. Eso sí, los bodegueros le pidieron una sede social, pero Gehry hizo un hotel. Es lo que tiene el genio.

Veinticuatro horas he pasado en este enclave privilegiado, algunas durmiendo en una habitación que, por los rojos de sus butacas, me recordaban a los labios ideados antaño por un surrealista Dalí. ¡Qué cosas tiene el cerebro! ¡Vaya asociación de ideas!

Con la obra de Gehry al fondo
La llegada, de noche, evitó un impacto visual que sí tuve por la mañana. Llegamos sobre las 21 horas. A las nueve y media nos esperaban a cenar en un salón habilitado en la propia bodega, edificio cercano al hotel, dentro del complejo vinícola que tiene Marqués de Riscal en Elciego. En el salón, algo frío y con muy mala acústica (en nuestra mesa tuvimos serias dificultades para oír al académico Anson –de gastronomía, no os vayáis a equivocar-, que arrastraba una ligera afonía) disfrutamos de un menú servido para la ocasión. Un corte de queso, miel y trufa sobre un canto del Río Oja y unas croquetas del Echaurren presagiaban grandes platos pero la excelencia se quedó ahí. Los demás platos, correctos. Con un exceso, quizá, de bacalao ya que se encontraba en dos platos seguidos. El maridaje casi maravilloso; el Finca Montico de Rueda, según mi parecer, no aportaba nada a ninguna presentación. Pero mi opinión no importa, claro está: como muchos de mis amigos y compañeros saben, los blancos españoles me parecen bastante mediocres, con los D.O. Rueda a la cabeza (opinión compartida, por cierto, por un gurú del mundo gastronómico presente en la cena). La velada concluyó en el Wine Bar, donde se sirven por copas vinos de todo el mundo, y toda la gama de la bodega, ligeramente ampliada desde que Marques de Arienzo forma parte de la empresa.

Un copioso desayuno (¡cómo adoro los desayunos de buen hotel!) precedió a un agradable paseo a solas por la finca y el pueblo de Elciego. Ventajas de madrugadora. El instructivo recorrido por la bodega de después no fue nada comparable a la (lamentablemente brevísima) cata que nos dio Rafael Ruiz Isla. Decenas de catas con expertos no me enseñaron lo que Ruiz Isla en 20 minutos. Ruiz Isla es responsable del Aula Marqués de Arienzo, una interesantísima iniciativa enfocada a profesionales de la hostelería que se desarrolla varias veces al año en la bodega. Con el objetivo de fomentar la cultura del vino entre profesionales, Ruiz Isla imparte un taller de 3 días en los que se combinan las enseñanzas teóricas y prácticas con almuerzos y cenas maridaje. Las instalaciones de la bodega me recordaron a algunas importantes cavas: tecnología puntera unida a ciertos gestos de artesanía. Una combinación ganadora.

Ruiz Isla impartiendo la corta, pero instructiva, cata

Precioso entorno para hacer el aperitivo
El aperitivo a pie de viñedo, con un sol y calor sorprendentes para la época, nos dio fuerzas para afrontar un copioso almuerzo en el hotel. Liderado en cocina por Francis Paniego, el Gastronómico suena bien fuerte para obtener en breve una estrella Michelin, según contó Alejandro Aznar, uno de los propietarios de la bodega, en la cena del día anterior. El vino que cerró la comida fue un maravilloso Marqués de Riscal Gran Reserva 150 Aniversario. ¿Podía, acaso, ser de otra manera?


1 comentario:

  1. Rafael Ruiz Isla es el mejor profesor de cata de vinos que he visto en España. PUNTO

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