martes, 27 de diciembre de 2011

Casa Lucio, un clásico entre los clásicos


Hace cosa de un par de semanas visité uno de los templos gastronómicos de Madrid por excelencia: Casa Lucio. Fui con mi amiga Paloma, a su vez, amiga de Mª Carmen, la hija del famoso hostelero. La visita tenía un objetivo concreto: entrevistar a Lucio Blázquez, testigo de excepción de, por lo menos, el último medio siglo de la capital. Si bien Casa Lucio no tiene ni cuarenta años, su propietario ha sido personaje indispensable de la hostelería madrileña desde su más tierna adolescencia. El resultado de esta entrevista lo podéis ver en el último número de Strogonoff. Aquí, en el blog, solo voy a relatar la sublime experiencia sensorial que Paloma y yo tuvimos la suerte de disfrutar.

Empezamos a comer tarde, muy tarde. Entre que la entrevista con Lucio se dilató más allá de lo insospechado, y  que el restaurante estaba a tope un martes (¡si un martes!) comenzamos nuestro festín rozando las cinco.Y digo festín porque la calidad de la comida no merece que se le nombre de otra manera. Empezamos con los famosos huevos. ¿Sería sugestión o los huevos venían con un punto de cocción que jamás vi en otros huevos estrellados? La clara, bien cuajada, no dejaba ni una mota de solidez a una yema líquida pero entera. Las patatas, perfectamente fritas, sin exceso de grasa y sin sabores extraños, redondeaban un plato rico que anticipó delicias futuras. Después vinieron unas gambas blancas de Huelva que Paloma y yo degustamos entusiasmadas. La calidad del crustáceo y el punto perfecto de cocción nos hicieron elevarnos al quinto cielo (el sexto y el séptimo llegaron con los dos platos siguientes). 
Compartimos de segundo un entrecôtte (Paloma me dejo elegirlo frente al tan manido solomillo) servido en plato de barro bien caliente, donde se acabó de cocinar la pieza. ¡Qué maravilla de carne! Ni cuchillo tuvimos que utilizar de lo mantequillosa de su textura. ¿Y qué decir del sabor? Sencillamente a carne. Los postres ya nos elevaron a lo más alto: Paloma disfrutó de lo lindo con un arroz con leche, al parecer típico de las cocinas de Lucio. Yo tomé un clásico, que de tan tradicional, ya no se encuentra en ningún sitio: un hojaldre de crema pastelera que estaba absolutamente delicioso. ¿Qué fue de la crema pastelera? No lo sé, pero en Casa Lucio la siguen teniendo y con un sabor que creía desaparecido.
A decir de Lucio, no hay en todo Madrid un lugar donde la relación calidad precio sea mejor que en su casa. Yo no sé si podría afirmar tal cosa, pero lo que sí sé es que, si uno quiere disfrutar de productazo, a Casa Lucio es donde tiene que ir. Sin ninguna duda.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Cava & tapas: una combinación deliciosa

Casi nunca me toca nada, pero el otro día gané dos plazas para un taller de cocina en Alambique organizado por el Consejo Regulador del Cava. Ayer fue el día señalado y allí fui con mi amiga Rosana. Lo primero, comentar el fantástico trabajo que realizan los de comunicación del Consejo, un equipo de Europa Press que cada vez borda más la promoción del espumoso patrio. Mi conocimiento de ellos, por profesión, viene de lejos. Desde hace un tiempo, el Consejo se está acercando a través de las redes sociales al público en general con ciertas acciones puntuales con el objeto de difundir las bonanzas del cava. Así, con  unas visitas a bodegas en el Penedés, unas catas en Madrid y Barcelona, o este taller en Madrid y creo que otro en la Ciudad Condal, el Consejo tiende la mano al público sorteando estas actividades a través de facebook. Esta es mi primera asistencia, aunque me consta que las anteriores iniciativas estuvieron muy bien organizadas y fueron totalmente instructivas, a la par que divertidas, para los asistentes.
En el taller aprendimos a hacer unas ricas y fácilísimas tapas con las que agasajar a los gastrónomos más impenitentes que podamos recibir en casa. Miquel, cocinero catalán afincado en Madrid desde hace unos meses y profesor de Alambique desde entonces, seleccionó las siguientes tapas: tapenade con anchoas, tartar de salmón, sashimi de atún, cigala en tempura con albahaca y brandada de bacalao. El tapenade, consistió en un milhojas que, huyendo del pan, utilizó láminas de de tofu que le iban genial. Gracias a Miquel aprendí la expresión 'saltear al rubio' que para los que no lo sepan, significa saltear de tal manera que no llegue al dorado. Un paso anterior.


Todos querían fotografiar las tapas, sobre todo Isa y Ana
 
El milhojas de tapenade, armonizado con un rosado espectacular

Tartar de salmón

Cigala en tempura con albahaca, la tapa que menos me gustó

Un sashimi riquísimo

Comiendo sashimi

La brandada de bacalao

Si no hablo y voy de listilla con el cocinero, me muero

El protagonismo del cava llegó con las explicaciones del sumiller Félix Bonilla. Como la mayoría de los asistentes eran neófitos en el cava, Félix explicó el proceso de elaboración (con una brevedad y síntesis que siempre se agradece). Aunque he visitado bodegas en Sant Sadurní, y he asistido a innumerables catas de cavas y otros espumosos, no soy ninguna experta. Por ello, aunque haya visto y escuchado varias referencias al cava siempre se aprende algo nuevo. Personalmente, me gusta mucho el cava rosado. A lo largo de mi vida he escuchado a un montón de gente quejarse del rosado subido de los cavas, en comparación con el champagne rosé. Pues ayer, gracias a Félix, supe que si se quiere dar un rosa muy pálido a un cava, este tiene que tener en su composición una mayoría de ¡¡uva trepat!! ¡Qué cosas! Para conseguir la tonalidad clarita del champagne rosé, ¡nada como hacer cava con una uva autóctona!
Lo mejor de las tapas: fáciles, ricas, sanas y sin pan.
Lo peor: nada.
Lo mejor del cava: el rosado que catamos. Bueno, ¡bebimos!
Lo peor: al ser un cava envasado por el Consejo, no poder saber de qué marca se trata.
Puntuación de la iniciativa: un 10

jueves, 8 de diciembre de 2011

Peregrinaje gastronómico: exprimiendo Madrid

Demasiados días sin escribir en el blog, y tantas cosas por contar... Antes de que todo se me olvide, mejor edito este batiburrillo de pistas gastronómicas en Madrid.
Tengo un joven amigo al que le gustan lugares y cosas que no le corresponden por edad. Con él conocí The Gin Room, uno de tantos locales que últimamente proliferan en las grandes ciudades. Locales dedicados a la bebidas premium, con espíritu tranquilo, enfocados a un público nacido en los sesenta y setenta. The Gin Room me pareció horroroso: decoración entre moderna y clásica, pero ambiente rancio, rancio, rancio.

The Gin Room

Con mi amigo también estuve en un salón de té de nombre Margó. Decorado como una casa de muñecas, entrar en Margó es sumergirse en un pasado cursi. Recomendable si uno quiere ver un lugar insólito, nada más.

El curioso salón de té Margó

Otro día, también con mi joven amigo, fuimos a comer a Pimiento Verde, en la calle Lagasca. Señalar que todos los comensales que había tenían unos 25 años más que yo (excepto mi acompañante, claro está). Aparte de eso, me pareció un lugar caro (compartimos dos primeros, un segundo, un postre y una botella de vino normalito), ya que salíó la cuenta por algo más de 80 euros, y con una carta excesivamente corta. Eso sí, no puedo dejar de mencionar las deliciosas alcachofas que sirven. Por ellas, vale la pena comer rodeada de venerables ancianos.

Las fantásticas alcachofas de Pimiento Verde
Después, para el café, nos fuimos directos a Mamá Framboise, la deliciosa boulangerie que el pastelero Alejandro Montes tiene en la calle Fernando VI. No tengo más que decir que, en una ciudad donde los croissants son realmente espantosos, Mama Framboise es un soplo de aire fresco y sus croissants parecen recien traídos de París.



Con mi amigo Alberto estuve en SoMa, el restaurante del hotel Vincci que hay en la calle Goya. Disfrutamos un montón del menú gastronómico que tienen a 25 euros. El servicio es excelente, y el cocinero, Jorge Lacera, lo borda. Ya escribí sobre SoMa el año pasado aquí en el blog. Es un lugar muy recomendable.

Salón de SoMa
Con Mónica recalé recientemente en El Padre, un restaurante que me recomendó la periodista Raquel Pardo.  Quitando lo horrorizada que estaba mi amiga Mónica con la clase de comensales (yuppies trasnochados en traje y corbata) que llenaban el restaurante, a las dos nos gustó mucho la relación calidad precio del menú. Por quince euros, de lunes a viernes, tienes un menú completo y con buen producto, que incluye bebida. Nosotras nos tomamos una fabada (por supuesto, con piparras, que me encantan) y una ensalada de primero, y de segundo coincidimos ambas en una lubina que estaba muy, pero que muy rica. El vino, recomendación de David Villalón, uno de los dos hermanos que manejan el cotarro, fue un excelente El Terroir de Domains Lupier. Al otro, Marío, a cargo de la coctelería (sí, tienen cócteles, y al parecer, riquísimos) no tuve ocasión de conocerle. Me apunto el sitio para volver, con más tiempo, un día de estos.
Recientemente, por fin probé las tapas de Baco y Beto, un local que mil veces, sabiéndome local del foie, me ha recomendado Eduardo de la Puente, de la Guía del Ocio. ¿Por qué? Por su foie a la plancha, vuelta y vuelta, como a mí me gusta. El sitio me encantó: por su ambiente, por el foie y el resto de los platillos, y por el precio, que con un par de copas de vino cada una (fui con Marta y Beatriz) salimos por 14 euros por cabeza.

La foto del cocido cilantrero
es de Félix Soriano

Mi peregrinaje gastronómico acaba, por ahora, en Cilantro, una taberna madrileña de la que ya he hablado largo y tendido en este blog. Con Mónica, en nuestra ya instaurada comida semanal, fuimos a tomarnos el cocido que Pepe Gorines ha establecido para los miércoles. ¡Madre mía qué cocido! Mónica y yo disfrutamos de lo lindo. Decir que repetí sopa y en la bandeja de la verdura, la carne y los garbanzos no quedó nada. Por 15,50 euros de nada, no solo se disfruta, ¡se roza el cielo!

domingo, 27 de noviembre de 2011

Este no es un libro de dietas...

Así, con esa frase empezó el cocinero Chema de Isidro la presentación de su libro 'La dieta de la proteína' la pasada semana en Madrid. El libro lo presentó, cómo no, cocinando y poniéndonos a todos los asistentes con las manos en la masa. Bueno, en la masa no, que la idea del libro no contempla mucho los hidratos de carbono. Con el desparpajo que le caracteriza (eso lo saben sus miles de seguidores en los programas que se presenta en Canal Cocina) aprovechó la presentación para darnos una lección de cocina en modo exprés. Unos tartares y unas alitas de pollo sirvieron para romper el hielo. Después, todo vino rodado. Algunas preguntas, sobre todo referentes a los platos que estábamos preparando, pusieron la guinda al rollito participativo que, desde el principio, se dio.

He tardado unos días en colgar el post por una sola razón: quería leer el libro. Ahora que ya lo he hecho, me gustaría decir que el libro de Chema de Isidro me parece fabuloso. Aparte de estar bien escrito (decirlo parece una perogrullada, pero, ¡cuántos libros terriblemente redactados!), es bien cierto que no es un manual de dietas. Es un libro de estilo de vida que, de forma amena, te enseña a conocer las propiedades de los distintos alimentos, diversas técnicas de cocción compatibles con una alimentación saludable, y unas cuantas recetas fáciles y apetecibles para hacer en casa. Después de leer el libro del cocinero madrileño uno se forma una imagen muy clara de lo que va a ser su dieta ideal. Porque os aseguro, después de leerlo os váis a poner a dieta, a la vuestra, a la que idearéis después de las buenas enseñanzas de Chema de Isidro. Y felices de hacerlo.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

¿Cómo que no hay buey?

En los últimos años a muchos aficionados a la cocina, a gastronómos, a restauradores, a periodistas y a toda una serie de personas vinculadas más o menos al mundo gastro les ha dado por decir que ya no hay buey. En ocasiones, esta afirmación viene acompañada de expresiones dichas con desprecio como "lo que nos intentan colar es vaca vieja". Antes de lanzarme al tema que hoy me ocupa: ¿qué tiene de malo una pobre vaca vieja?
Bueyes en La Finca
Es verdad que cada vez hay menos bueyes, pero haberlos haylos. Su producción, lenta y costosa, disuade a muchos de dedicar su trabajo al buey. No es este el caso de La Finca de Jiménez Barbero, una explotación  ganadera en Madrid que produce y comercializa en pequeñas cantidades buey de entre diez y doce años. La finca no tiene desperdicio. Ubicada en la Sierra Oeste de Madrid, disfruta de un microclima con el que prácticamente todo el año es primavera. Allí, los bueyes se desarrollan y crecen en un ambiente feliz que se refleja, cómo no, una vez en el plato.

La finca en Guadarrama
La pasada semana tuve ocasión de visitar La Finca con un cicerone de auténtico lujo: Álvaro Jiménez Barbero, uno de los tres hermanos que están sacando adelante este empresa. Una empresa sostenible, basada en el autoabastecimiento. Todo lo que vi me pareció espectacular: sus procesos, la forma en la que viven los animales (también hay terneras, vacas nodrizas y sementales para fecundarlas, además de los bueyes), y la impactante belllez de la finca.

Vacas nodrizas con su semental
Y eso que estaba todo en obras. En breve, La Finca acogerá un centro de interpretación de la carne, un proyecto en el que Álvaro Jiménez Barbero se está dejando la piel. Además, las instalaciones, ya ahora funcionales y modernas, contarán con un laboratorio puntero que medirá exhaustivamente la calidad de todos los procesos. Algo que, por ahora, se está realizando contando con la colaboracíón de laboratorios externos. Pero en cuestión de meses cambiará.
Los animales en la finca son alimentados con cereal, gran parte de él cultivado en la propia finca, y mezclado diariamente en funcíon de las necesidades de cada grupo. El agua que beben proviene del subsuelo y es tratada para que sea apta para el consumo.

Literalmente bañada por el sol, con terneros al fondo
¿Qué decir de la carne? El sabor, la textura, la ternura, la grasa..., todo en ella es sensacional. Si la queréis probar, La Finca de Jiménez Barbero tiene tienda on-line o un teléfono de pedidos 91 279 66 61. Y en la Comunidad de Madrid tienen dos  tiendas: en Guarrama y en El Escorial.

Chuletón de buey de Jiménez Barbero

sábado, 5 de noviembre de 2011

Crónicas del jueves

La periodista Raquel Castillo con Canales, cocinando salmón
ecológico irlandés con un decapador de aire caliente
El día comenzó lluvioso, lo cual no impidió que me acercara a la demostración de cocina, con productos ecológicos de Irlanda, que iba a hacer Fernando Canales (Restaurante Etxanobe). La relación del cocinero vasco con Bord Bia, el organismo público encargado de promocionar los productos de Irlanda en el exterior, viene de lejos. Ya en este blog le dediqué hace un tiempo un post y algún que otro comentario durante las crónicas del pasado salón de Gourmets.
Decir que Canales me parece un crack, es poco. El chef vasco logra, en apenas diez minutos, que aprendas un montón de trucos e ideas para la cocina que, al aplicarlas en casa, dejas a más de uno con la boca abierta. Ameno, divertido, instructivo, súper simpático, Canales se expresa de maravilla y convierte todo en súper fácil.
¡Qué diferencia con Arola! Algo más tarde, me acerqué a la Embajada de Suecia donde el chef catalán 'competía' con cocineros suecos en una especie de duelo con objeto de promocionar productos de Suecia. Sin meterme en comparaciones acerca de su cocina -que ni ahora viene al caso ni yo conozco en profundidad ninguna de las dos-, el ver durante un rato a Arola digamos que aburre hasta a las ovejas. Podría trabajar más sus exposiciones, cierto, pero al final todo se reduce a que le contraten, y al parecer, muchos siguen estando por la labor. ¡No todos tenemos el mismo gusto ni nos divierten las mismas cosas!
Del duelo hispano-sueco la sensación, por lo menos entre las féminas y los gays, la causó, sin ninguna duda, un sueco de nombre Niklas que actuó de maestro de ceremonias. Mi amiga Montse y yo averiguamos que tenía un bar en Chueca llamado, ¡cómo no!, La Sueca, aunque, la alegría pronto se tornó indiferencia al decirnos Andrés Sánchez Magro (sí, ese magistrado de lo mercantil que combina la judicatura con el periodismo gastronómico) que el bar del sueco había cerrado.
Fue en Cilantro donde nos  trobamos con Sánchez Magro y su simpático equipo con Rosita la soltera a la cabeza (que no es soltera, según ella misma me aclaro, aunque Sanchez Magro la haya bautizado así por la obra de Lorca). Como el hambre acuciaba y la simple contemplación del sueco no logró engañar al estómago, Montse y yo nos acercamos donde Pepe Gorines a ver qué nos daba de comer. El loco de los chipirones tenía un potaje de garbanzos con chipironcitos que hizo las delicias de Montse, fanática anti carne y adoradora de productos del mar. Por mi parte una gastrohamburguesa, por supuesto, sin pan. Una ensalada de tomate con queso de Parma completó nuestro menú. Al acabar la comida aperecieron por allí los del Gato Gourmet que rodaron en poquito tiempo un encuentro culinario con Gorines (encuentro que se emite justo hoy en Intereconomía Tv).
La llegada de Nacho, el tímido socio de Pepe en Cilantro, nos llevó después a un recorrido, primero, por el mercado de Chamberí: productos buenos, sí, pero con poquita oferta y algo caro. Una cena de aniversario requería una compra de marisco que finalmente conseguimos en el mercado Maravillas, lugar que desde que me lo recomendó hace unos años Ana Roldán, jefa de cocina de D'Fabula, es un habitual de mis compras gastronómicas.


Una jamonería que no es tal (y no hay un segundo mostrador)

Cebollas que, aunque en la foto no se aprecie,
su tamaño es el de unas naranjas grandecitas
 Un vinito en 'El quinto vino', en la calle Hernani, sirvió de broche final para la tarde.
¿Concluyó así mi día? ¡No! Con mi amiga Mónica nos acercamos al lounge Hobbes (Marqués de Viana, 3), un espacio perfecto como afterwork y como primera copa de la noche, donde Aires News hacía un encuentro para prensa. Perfecto pues, así pude plantar un par de besos a María Nájera que cumplía unos pocos e insultantes años.

sábado, 29 de octubre de 2011

Catalunya mon amour

Los seres humanos somos tan contradictorios que, muchas veces, cuando amamos también aborrecemos. Y esto es lo que me pasó a mí el pasado jueves en la presentación para medios en Madrid de 'La ruta del paisatge dels genis', un itinerario que el Patronato de Turismo de la Diputación de Tarragona se ha sacado de la chistera para incentivar el turismo en cuatro municipios de la zona. A saber: Reus, Mont-roig, El Vendrell y Horta de Sant Joan.
Yo amo Catalunya, mi casa; pero aborrezco lo que a veces esta hace (o sus representantes que, para el caso, es lo mismo). Catalunya, una comunidad tan preciosa, con tan excelente gastronomía, con una cultura impresionante, con gente llegada de todas partes..., se vende sola. Señores políticos, por favor, no intenten vender mi 'casa' porque no tienen ustedes ni idea.
Lo que no se puede hacer es soltar una parrafada de una hora que hasta a las ovejas aburre a un puñado de periodistas que han dejado de hacer otras cosas para estar en esta soporífera presentación. ¿No hay una manera mejor?
¿Y qué decir del 'cóctel' que siguió? ¡Digno merecedor de la fama que tenemos los catalanes! Un 'cóctel'  prudente, por llamarlo de alguna manera. Un plato de jamón, dos botellas de cava, 6 vasos de zumo y 6 vasos de Coca-cola para unas 50 personas. ¿No hubiera sido mejor no sacar nada?
Y lo peor de todo es que los 'presentadores' del programa, esto es, Xavier Espasa, el nuevo director de la Agencia Catalana de Turismo, Albert Batet, presidente del Patronato de Turismo de la Diputación de Tarragona, y Jaume Salvat, asesor científico del Paisaje de los Genios, no tuvieron el acierto de mezclarse con el público por si alguien quería preguntarles alguna cosa. Al parecer, era mejor quedarse en un rincón, juntitos, mirándose las caras y pensando, dada la afluencia, ¡qué bien ha salido todo!

P.S.: A pesar de todo, quería (sigo queriendo) escribir un artículo sobre 'La ruta del paisatge dels genis' pero los lumbreras de comunicación de la Generalitat de Catalunya en el press kit (lleno de folletos carísimos que nadie mira), incluyen un pen drive vacío. ¡Felicidades!

domingo, 23 de octubre de 2011

Millesime: punto y final

Ambiente el pasado viernes a la hora del aperitivo
En anterior post me preguntaba en qué salón me iba a tocar comer. Misterio resuelto: en el capitaneado por Pepe Solla, Pepe Rodríguez Rey y Joan Roca me dejé (más bien me dejaron) caer. Me hubiera encantado reproducir aquí el menú que tomamos pero, como a veces soy lo peor, he perdido la minuta que, supuestamente, me guardé. Si yo fuera una empresa que ha pagado 13.000 euros por poder disfrutar en una mesa de este menú elaborado por cocineros michelinianos, el cabreo me duraría, por lo menos, hasta la próxima edición. Como no es mi caso, diré que el menú estaba pasable aunque es, era, francamente mejorable. Salvable el postre láctico de Joan Roca. Irritante la (escasa) temperatura de los platos. Este ha sido mi tercer año comiendo en Millesime: este ha sido, de todos los almuerzos, el peor.
A la  tarde pregunté a Pepe Solla el motivo de estar aquí si no se podía servir cómo a uno le gustaría: por imagen, me aclaró. ¡Quizás tenga razón!

Con Pepe Solla. Foto de Eva Rico
La sobremesa, alejada de la zona gin-tonics (excepto por el gin-tonic sólido de Víctor García de Haro) transcurrió a tragos de Mumm Rosé.


Gin tonics sólidos de Víctor García de Haro
Lo mejor: la habilidad de mis amigas para librarse de quien les resulta molesto.
Lo peor: que alguien te niegue a la cara haber oído algo que ambos habíamos escuchado perfectamente.
¡Hasta el año que viene!

viernes, 21 de octubre de 2011

Millesime: visita fugaz


Ambiente en Millesime el pasado miércoles
El miércoles abrió sus puertas la cuarta edición de Millesime Madrid, un evento donde muchas firmas y muchos cocineros dan a conocer sus mejores creaciones a un público compuesto, en su mayoría, por empresarios e invitados de las compañías asociadas (no hay que olvidar que Millesime es un club al que pertenecen algunas de las empresas más importantes del país) y por periodistas acreditados. Si  bien la entrada es libre, previo pago de 100 euros, son pocos los visitantes anónimos que abren la cartera. Talleres en los que se puede ver a los mejores profesionales del momento mostrar parte de su trabajo son una fuente importante de atracción, así como el inmenso bar que componen los distintos mostradores de las firmas gourmet participantes.

Espacio Negrini, con su rica mortadela de Bologna
Un bar (Open Bar, según le llaman en la organización) donde con tan solo estirar la mano se tiene champagne, buen vino, jamón, los mejores quesos, y los pinchos y cocina en miniatura de grandes cocineros, entre muchas otras cosas, y todo por la cara bonita del afortunado que ha sido invitado o acreditado. Porque Millesime no es más que un culto al hedonismo extremo, algo que, en tiempos de crisis, se disfruta con más ansia. Claro es, también, que en una época de estancamiento económico como la que estamos viviendo, este modelo de lujo gastronómico está en profunda decadencia, por lo menos en España. No así en México y Brasil, donde los organizadores han tenido el tino de extrapolar este modelo sibarita.

Michael Ruiz, de Paralelo Cero, preparando un rico ceviche ecuatoriano
Yo estuve un rato el miércoles por la tarde. Poco pude ver pues ir a Millesime al final se convierte en un no parar de saludar por doquier a gente a la que hace tiempo que no ves. Por allí vi cocineros como el encantador Paco Pérez, que tiene la friolera de tres estrellas Michelin entre su restaurante Miramar y la Enoteca en el Arts, de la que es director gastronómico; un Chema de Isidro afectado por la desagradable situación vivida en Millesime por uno de sus grandes amigos, el fotógrafo gastronómico Félix Soriano; un simpatiquísimo, como siempre, Ramón Freixa; y Michael Ruiz, representando -cómo no- la cocina de su nuevo proyecto (junto a Pedro Pablo Duart) 'Paralelo Cero'.
El micheliniano restaurante familiar Venta de Moncalvillo de La Rioja está presente este año elaborando algunas delicatessen. Yo probé un salteado de hongos sobre cama de endivia, unas endivias que según nos contaron a mi amiga Mónica y a mí provenían directamente de la tienda gourmet que el padre de Mónica posee en Logroño.

Departiendo con Paco Pérez

El stand de Venta de Moncalvillo
Por fin este año, Millesime ha tenido a bien admitir entre sus colaboradores a la firma Gramona que elabora un cava de altísima calidad y un vi de gel cada vez con más adeptos. Me consta que están de enhorabuena pues ya llevaban tiempo detrás de figurar en la lista de participantes del salón.

El anhelado espacio Gramona
Caras conocidas del público solo vi una. Intercambié apenas unas palabras con la siempre amable y cercana Espido Freire ya que un remolino impestuoso de compañeros periodistas me tragó impidiéndome despedirme de ella.
Como nota gastronómica destacar el nuevo producto de Castillo de Canena, un aceite arbequino ahumado (creo recordar que con madera de haya) que me cautivó.
Mi coctelero favorito, Víctor García de Haro, también estaba por allí con su firma de bandera, Global Premium Brands, que distribuye muchas de las mejores bebidas premium del momento. También Carlos Moreno, de O'Clock, compartía barra con Víctor.

Con Víctor García de Haro
El cielo de Matías Pérez Llera, como siempre trabajando al pie del cañón, fue de los mejores encuentros.
Además, el paseo por Millesime me planteó unas cuantas preguntas:
¿Quién es realmente una periodista rubia que ha irrumpido en el mundo gastronómico y todos se la rifan? ¿A qué es debido tanto interés por ella?
¿Por qué una empresaria del sector de las agencias de comunicación salió corriendo desesperada a saludar a un cocinero gallego abandonando la conversación en la que se encontraba inmersa?

Zona Chivas con su banda de jazz
No puedo recordar si es novedad de este año, o en la edición pasada ya estaba, pero hay un espacio Chivas donde un grupo de jazz toca (y muy bien) varias piezas que amenizan el lugar. Lástima que, quizás por el tipo de bebida, el público era menos heterogeneo, tan solo con señoras y señores de cierta edad.
Así, a bote pronto, Millesime me pareció más pobre  y más vacío que otros años. Es normal, la crisis se tiene que notar.
Hoy voy a ir a comer. Como siempre, un interesantísmo almuerzo donde varios de los mejores cocineros del momento cocinan para los comensales. ¿En qué espacio estaré? ¿Será Joan Roca, Pepe Solla y Pepe Rodríguez Rey quienes me darán de comer? ¿Probaré las exquisiteces de Paco Morales, Paco Pérez y Nacho Manzano? ¿O tendré el placer de probar los platos de Paco Roncero, Rubén Trincado y Julio Fernandez Quintero? Los tres equipos de primeras figuras, coordinados por Joaquín Felipe, a cargo de los tres restaurantes efímeros que se montan en Millesime son, sin discusión, las estrellas del salón. Y como en años anteriores, la zona de gin tonics será el espacio elegido por la avalancha de comensales para hacer la sobremesa. Contaré más...

viernes, 14 de octubre de 2011

Hamburguesa Nostra: exitosa expansión

Por su aroma la encontrarás. Este bien podría ser el lema de la zona de degustación de Hamburguesa Nostra en Gourmet Experience, el reciente invento gastronómico que El Corte Inglés ha abierto en Castellana. Porque, nada más entrar, si vas a hora de comidas, te llega un delicioso aroma a parrilla y a carne de calidad que, a una carnívora como yo, le hace la boca agua. Se encuentra fácilmente, entre tanta oferta, siguiendo el estimulante olor (a decir de Juan Pozuelo esto es por un problemilla con la campaña que, en breve, se solucionará).
 Con apenas unos días, Hamburguesa Nostra ya puede presumir de lleno total, algo que no es de extrañar ya que las hamburguesas está realmente ricas. Con precios moderados (entre 8-10 euros la hamburguesa con su pan de mollete de tomate, integral o blanco, y unas patatas de Málaga aderezadas con pimentón), la degustación se organiza en torno a la barra, aunque también dispone de una mesa contigua con espacio para unas 10 personas más.
Foto: Alberto Clavijo
En Hamburguesa Nostra la burger te viene sin topings ni aderezos: estos se encuentran, en la mayoría de los casos, integrados entre la carne. La mezcla que contiene cada hamburguesa se elabora diariamente en una nave que los de Hamburguesa Nostra tienen en la Comunidad de Madrid, siempre bajo las proporciones indicadas por Juan Pozuelo, el fichaje estrella desde los inicios de la marca. En la actualidad, Juan Pozuelo también participa en la gestión de los establecimientos, sobre todo en los dos que la firma tiene de degustación: el de Európolis en Las Rozas, y el de Gourmet Experience. Algunas ensaladas como acompañamiento (la de tomate excesivamente cara) completan la oferta gastronómica del espacio. Varios vinos, cava y champagne por copas y botellas de Coca-Cola de tamaño extra size son las bebidas más demandadas. Unos bocaditos de chocolate rellenos de fruta de la pasión (elaborados en una pastelería de Logroño) ponen punto final a una comida que, sin ser lujosa, es auténticamente gourmet.




Nuestro menú:

Una hamburguesa mexicana con salsa de mostaza y miel

Una hamburguesa a las 5 pimientas con salsa de mostaza y nuez moscada

Un mini ensalada de tomate

Una copa de Albariño

Un agua sin gas

Un agua con gas

Dos bocaditos de chocolate y fruta de la pasión


Como veis, a mi amiga y a mí nos gustan las emociones fuertes, es decir, el picante.

sábado, 8 de octubre de 2011

Cava en la Plaza Mayor

En la puerta de Los Galayos, disfrutando de mi copa de cava
Se ha celebrado hoy en Madrid –y por primera vez también en Barcelona- la fiesta de la Vendimia del Cava, con invitaciones a una copa de espumoso con su correspondiente tapa en nueve establecimientos de la concurrida Plaza Mayor. Como todos los años, ha sido un éxito de convocatoria, con más de 3000 madrileños disfrutando del, en palabras del presidente de Consejo Regulador, “vino espumoso por excelencia de todos los españoles”. Y de medio mundo, añadiría yo, vistas las cifras de exportación que superan al champagne (en 2010 se exportaron 149 millones de botellas de cava frente a los 134 millones de botellas de champagne). Pero el consumo interior flojea en comparación al consumo que hacen los franceses de su espumoso nacional. Por ello, iniciativas como la Vendimia en plena Plaza Mayor siguen siendo necesarias tras nueve exitosas ediciones. En el post anterior de este blog hablaba yo de una visita a una bodega de La Rioja Alavesa. Una de las conversaciones que surgió con compañeros periodistas giró en torno al cava versus champagne. Varios de los compañeros ajenos al mundo del vino expresaban su predilección por el champagne en detrimento del cava. No puedo, claro está, estar más en desacuerdo. Hay cavas y cavas; hay champagnes y champagnes. Ni todos los champagnes son excelentes, ni todos los cavas producen ardor de estómago. Los compañeros de comunicación del Cava tienen todavía un gran trabajo por delante: mostrar y demostrar al consumidor los buenos espumosos que tenemos, muchos de ellos al mismo nivel que los buenos champagnes (que también hay muchos malos).

Matizaciones aparte, la fiesta de la vendimia es una divertida y exitosa convocatoria a la que da gusto asistir. Además este año, el Consejo Regulador del Cava colocó, tanto en Madrid como en Barcelona, un photocall con una botella de cava para que los asistentes pudieran hacerse una foto y ser obsequiados con una degustación del vino espumoso y un aperitivo. La foto podrá descargarse gratuitamente del perfil de facebook que tiene el Consejo Regulador (www.facebook.com/crcava).

Como todos los años, si estoy en Madrid, me encanta ir. Para apoyar el consumo de cava y disfrutar en compañía de un aperitivo en el entorno incomparable de la Plaza Mayor. El año que viene, ¿os animáis a venir?

viernes, 7 de octubre de 2011

Marques de Riscal & Frank Gehry: una apuesta exitosa

Entrada al hotel
Cuando pienso en artistas, creativos, escritores, periodistas y arquitectos, soy de la opinión de que, una vez encontrado nuestro estilo, lo repetimos hasta la saciedad. Eso no es malo; tan solo es nuestra seña de identidad. Esto mismo, en mi opinión, es lo que el arquitecto Frank Gehry hizo hace cuatro años en el corazón de La Rioja alavesa: repetirse. Me contaba la periodista Paloma Sanz que, con motivo de la inauguración del hotel de Marqués de Riscal, entrevistó al arquitecto canadiense. En dicha entrevista, al parecer, Gehry insistió en el trabajo que supuso idear un diseño que, a su juicio, se integrara perfectamente con el paisaje. Profundo esfuerzo creativo o repetición de modelos anteriores, lo cierto es que el hotel-spa es un diamante engastado en el bello paisaje alavés. Su diseño futurista se funde con el entorno creando una belleza sin parangón posible en la zona. La peculiaridad reflectante de los materiales utilizados nos muestran un edificio cambiante, vivo como el vino. Eso sí, los bodegueros le pidieron una sede social, pero Gehry hizo un hotel. Es lo que tiene el genio.

Veinticuatro horas he pasado en este enclave privilegiado, algunas durmiendo en una habitación que, por los rojos de sus butacas, me recordaban a los labios ideados antaño por un surrealista Dalí. ¡Qué cosas tiene el cerebro! ¡Vaya asociación de ideas!

Con la obra de Gehry al fondo
La llegada, de noche, evitó un impacto visual que sí tuve por la mañana. Llegamos sobre las 21 horas. A las nueve y media nos esperaban a cenar en un salón habilitado en la propia bodega, edificio cercano al hotel, dentro del complejo vinícola que tiene Marqués de Riscal en Elciego. En el salón, algo frío y con muy mala acústica (en nuestra mesa tuvimos serias dificultades para oír al académico Anson –de gastronomía, no os vayáis a equivocar-, que arrastraba una ligera afonía) disfrutamos de un menú servido para la ocasión. Un corte de queso, miel y trufa sobre un canto del Río Oja y unas croquetas del Echaurren presagiaban grandes platos pero la excelencia se quedó ahí. Los demás platos, correctos. Con un exceso, quizá, de bacalao ya que se encontraba en dos platos seguidos. El maridaje casi maravilloso; el Finca Montico de Rueda, según mi parecer, no aportaba nada a ninguna presentación. Pero mi opinión no importa, claro está: como muchos de mis amigos y compañeros saben, los blancos españoles me parecen bastante mediocres, con los D.O. Rueda a la cabeza (opinión compartida, por cierto, por un gurú del mundo gastronómico presente en la cena). La velada concluyó en el Wine Bar, donde se sirven por copas vinos de todo el mundo, y toda la gama de la bodega, ligeramente ampliada desde que Marques de Arienzo forma parte de la empresa.

Un copioso desayuno (¡cómo adoro los desayunos de buen hotel!) precedió a un agradable paseo a solas por la finca y el pueblo de Elciego. Ventajas de madrugadora. El instructivo recorrido por la bodega de después no fue nada comparable a la (lamentablemente brevísima) cata que nos dio Rafael Ruiz Isla. Decenas de catas con expertos no me enseñaron lo que Ruiz Isla en 20 minutos. Ruiz Isla es responsable del Aula Marqués de Arienzo, una interesantísima iniciativa enfocada a profesionales de la hostelería que se desarrolla varias veces al año en la bodega. Con el objetivo de fomentar la cultura del vino entre profesionales, Ruiz Isla imparte un taller de 3 días en los que se combinan las enseñanzas teóricas y prácticas con almuerzos y cenas maridaje. Las instalaciones de la bodega me recordaron a algunas importantes cavas: tecnología puntera unida a ciertos gestos de artesanía. Una combinación ganadora.

Ruiz Isla impartiendo la corta, pero instructiva, cata

Precioso entorno para hacer el aperitivo
El aperitivo a pie de viñedo, con un sol y calor sorprendentes para la época, nos dio fuerzas para afrontar un copioso almuerzo en el hotel. Liderado en cocina por Francis Paniego, el Gastronómico suena bien fuerte para obtener en breve una estrella Michelin, según contó Alejandro Aznar, uno de los propietarios de la bodega, en la cena del día anterior. El vino que cerró la comida fue un maravilloso Marqués de Riscal Gran Reserva 150 Aniversario. ¿Podía, acaso, ser de otra manera?


domingo, 2 de octubre de 2011

Hamburguesería Nimú: ni mu, ni ma

Barra de Nimú
Hace algo más de un mes que tenía en el tintero escribir una reseña sobre la nueva hamburguesería Nimú (Desengaño, 18, Madrid), situada en el madrileño barrio de Triball. Visité el reciente establecimiento en agosto, cuando la canícula aún causaba estragos en la capital. Fui atraída, además de por mi gusto por las hamburguesas, por la sorprendente implicación de Rodrigo de la Calle, abanderado de la llamada gastrobotánica. Al parecer, Juanjo López, de La Tasquita de Enfrente, y De la Calle se habían unido para sacar adelante este proyecto. Rodrigo de la Calle como asesor gastronómico, y Juanjo López quizás en un papel más estrecho, dada la cercanía de La Tasquita, y el más reciente Mui, ambos propiedad de Juanjo.
Nimú tiene terraza, aunque mi amiga y yo optamos por sentarnos dentro del restaurante vacío (la zona, sobre  todo en los albores de la plaza de la Luna, donde se enclava la terraza, tiene fama de peligrosa y no nos apetecía estar con el bolso pegado al pecho). La decoración, con mesas y sillas altas en la parte de delante gustó mucho a mi amiga, entusiasta de este tipo de acomodo. La carta dispone de 10 clases de hamburguesas, incluida una vegetariana y otra de frutos del mar, con precios que oscilan entre los 8 y los 15 euros. En cuestión de entrantes, tienen una exigua oferta que incluye tres ensaladas, dos platos de pasta, y algunos platillos que más bien son complementos o guarniciones como los aros de cebolla. Cuando menos llamativa es la total ausencia de los nombres de De la Calle y Juanjo, ya sea en la carta o en otro lugar del restaurante. ¿Operación de imagen solo para la presentación que se hizo en julio? 
Misterios aparte, os cuento mi experiencia en Nimú. El pedido inicial de bebidas consistió en una cerveza y un tinto de verano (lamentablemente sin gas) servidas aproximadamente 15 minutos después de llegar (recuerdo al lector que el restaurante estaba vacío). La toma de la comanda no tardó menos, y esta consistió en una burger premium con pan de cerveza negra y una American burger con pan de romero (veo ahora en la web del restaurante que a este último pan le han cambiado la denominación, llamándose en la actualidad 'pan verde de distintas especias'). El pan de romero tenía un artificial color verde que ni con kilos de romero podría éste haber adquirido tal tonalidad; quizás el color se debía a las 'distintas especias' que incluye ahora. Hablando del pan, juraría que el de cerveza negra es el mismo que desde hace años sirven en la hamburguesería HD en Guzmán el Bueno. Mi amiga fue muy clara: 'Me gustaría la hamburguesa poco hecha, pero caliente por dentro. No quiero un steak tartare, quiero una hamburguesa', insistió por si las moscas. ¡Ni con esas! La hamburguesa llegó, pasado mucho rato, bien cocida por fuera y fría como un témpano por dentro. Ni el moderno horno de brasa Josper (lo último de lo último, dicen por ahí) sirvió para tomar una hamburguesa caliente. Quizás el problema radicó en la conservación en cámara hasta el último momento. La protesta por nuestra parte no se hizo esperar. El camarero, solícito, nos pidió disculpas y sin que nosotras exigiéramos nada, nos indicó que 'recibiríamos un detallito por las molestias' (sic). La nueva hamburguesa (sí, fue una pieza nueva) llegó al rato (bastante) acompañada por la misma guarnición y el mismo pan (recalentado, y deshaciéndose a cada toque por el exceso de tueste). La calidad de la carne, muy buena (imposible esperar menos con proveedores como Cárnicas Luismi). El precio, muy correcto, pero el servicio y la puesta en plato, deficiente. ¡Ah! ¿Os acordáis del detallito? Nosotras tampoco. Quizás, con el mes transcurrido desde mi visita, algo haya cambiado.

P.S. Al término de escribir este post, leo en una reseña de Capel en El País, fechada el pasado 23 de septiembre, que el restaurante ha prescindido recientemente de la asesoría de López y De la Calle. Hablar de 'recientemente' en este caso es algo insólito, habida cuenta que la hamburguesería abrió sus puertas el 'reciente' julio. Insisto, ¿operación de imagen y marketing?

viernes, 16 de septiembre de 2011

De Óscar a Palace, un pequeño recorrido por Madrid


Terraza del hotel Óscar en Madrid
Sobra decir que la terraza del hotel Oscar Room Mate en Madrid es una de las más bonitas de la capital. En belleza le hacen sombra muy pocas, pero en servicio deja mucho que desear. Ya sea que vayas como particular a dejarte una buena pasta en bebidas servidas en vasos de plástico (de cierto diseño, sí, pero de plástico) o como invitado a un evento / fiesta, los camareros son de una profesionalidad discutible. En algunos casos no les falta entusiasmo y amabilidad pero, en otros, la corrección brilla por su ausencia. Es normal que apoyándose en su descomunal hermosura (la de la terraza) y ciertos guiños al tonteo con el público gay por parte del servicio, la terraza del hotel Óscar siga estando al pie del cañón.

Con el guapísimo Emilio Ramajo y la
divertida y sorprendente Monica de Torre
Ayer estuve en la presentación española del portal de reseñas líder en Europa http://www.qype.es/ en la terraza del hotel Óscar. La presentación estuvo perfecta: breve, pero concisa. Los responsables del portal también aprovecharon la ocasión de premiar a las empresas preferidas de los qypers: Patty Desayunos Originales, Espacio Niram y el Mercado de San Miguel. El ambiente, muy agradable y el número idóneo de asistentes casi redondearon la velada, que sólo tuvo el punto negativo de la lentitud de los camareros. A ver si en la próxima temporada mejoran este punto. Por cierto, da cierta pena ver el restaurante del hotel vacío. Sin la hermosura de la terraza, una buena calidad de servicio quizás les haría subir algún punto.

Con Laura Grani (estupenda anfitriona),
Ulises Culebro y Emilio Ramajo.
Por lo demás, Qype promete revolucionar la manera en que los consumidores obtenemos información para poder así elegir mejor productos y servicios. ¡Larga vida a Qype!

Cambiando de tercio, hoy he asistido a una exposición sobre algunos platillos mexicanos por parte de la cocinera Susanna Palazuelos. En uno de los salones del hotel Westin Palace, Palazuelos ha desgranado con gran maestría el método de elaboración y los ingredientes a utilizar de unos platillos que estaban realmente sabrosos. Tres clases de cebiche, de lubina, de vieira y de abulón baby (una especie de zamburiña), seguidos de una corvina a la talla (método de cocción similar al malagueño espeto) han supuesto un festival para los ojos y un goce para el paladar cuando lo hemos degustado. Todo muy rico, sobre todo el cebiche de abulón y la corvina, cubierta con una salsa que a ratos me asemejaba al miso y de repente parecía tuco (salsa similar al ragú elaborada tanto en Argentina como en Uruguay).

Susanna Palazuelos
Susanna Palazuelos es una famosa chef en su país, conocida por encargarse de los banquetes con más relumbrón de la costa mexicana del Pacífico, sobre todo en Acapulco donde, según mi compañera de mesa, la encantadora y también mexicana Alicia Romay ‘los mexicanos adinerados tienen su segunda residencia’.

Un menú diseñado y elaborado desde el pasado 15 de septiembre hasta el 1 de octubre por Susana Palazuelos celebra en el restaurante La Rotonda del hotel Palace la conmemoración del aniversario de la Independencia de México.