sábado, 14 de agosto de 2010

Mi Barcelona: ¡Aquí no hay playa!


Obligaciones laborales me han mantenido en Madrid prácticamente todo el verano. A finales de junio puede arañar unos días y escaparme a Catalunya; en julio una pequeña escapada de tres días a Málaga fue un pequeño consuelo; y ahora, en agosto, cuatro días de vuelta a Catalunya prometían ser un pequeño oasis vacacional. Llegué ayer de mañana muy temprano esperando disfrutar del sol y la playa que Castelldefels tiene en abundancia. Dos niños y una adolescente me esperaban con ansia filial: después de bastante tiempo sin verlos, esperaba tumbarme en la playa mientras miraba tranquilamente a mis hijos bañándose en el Mediterráneo. Pero, por lo menos, ayer el destino me deparaba cosas distintas. Ya al llegar, noté que algo no funcionaba bien. Las nueve de la mañana de un trece de agosto, y un frío que pela. El cielo encapotado me dijo que no era día para playa. ¡Horror! Ya instalada en la casa familiar me fui a Google a buscar el tiempo: la previsión, poco halagüeña, mostraba los próximos días con temperaturas algo bajas para la época y un sol que brillaba, no por su intensidad, sino por su ausencia.
El día de ayer lo salvamos entre todos. Nos fuimos a Barcelona a visitar el Cosmocaixa como turistas cualquiera, a disfrutar de una jornada entretenida. El público se dividía entre barceloneses con sus hijos (el tiempo obligaba), españoles de otros lugares con sus hijos, y extranjeros con sus hijos. Una familia española, digamos entradita en carnes, me hizo pensar lo mucho que nos parecemos, cada vez más, al norteamericano medio.
La entrada, con rampa caracol te hace bajar a las entrañas del museo, y lo primero que te recibe es una exposición temporal de nombre Abracadabra. Allí, muchos de los trucos de los magos son desvelados, y en una sala abarrotada se proyectan de forma ininterrumpida sesiones memorables de Juan Tamariz. El resto del museo, como siempre, pequeños experimentos científicos que te muestran te forma amena cómo funcionan algunas cosas. Fantástico el bosque inundado, con su flora y fauna, con su clima tropical, mostrado en todo su esplendor en unos cientos de metros en plena Barcelona. A destacar el parque construido después de la remodelación, en una gran explanada junto a la Ronda de Dalt barcelonesa donde tomarte un café tranquilo en la cafetería, mientras los niños corretean.

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