En un lugar de la Mancha* de cuyo nombre no quiero hablar vive una de mis amigas. María Jesús y familia viven rodeados de vecinos sonrientes con los que comparten una agradable piscina, un césped donde tirarse a tomar el sol y una pista polideportiva para uso y disfrute, en la mayoría de los casos, de los más pequeños. La casa es una monada pero no sólo adquieres una casa cuando decides vivir allí, sino que en la misma operación, adoptas a un buen puñado de vecinos. Y eso, los vecinos, son lo espeluznante de esos lugares llamados urbanizaciones, y para comprobarlo no hay más que ver un episodio de 'La que se avecina'. Sin llegar a ser tus amigos, de repente los tienes metidos en tu casa, porque a ellos no hace falta invitarlos. Y eso es lo que ocurrió el pasado viernes en casa de mi amiga Mª Jesús. Cumple de la niña, jardín privado engalanado, centenares de sándwiches para los niños, litros y litros de bebidas (sin alcohol para los niños, vino blanco Barbadillo para algunos adultos, y copazos para los más atrevidos) y unos simpáticos vecinos, ¡cómo no!, confraternizando con los invitados. Un médico que no es médico (de eso no estoy segura, pero la verdad es que no brillaba por su inteligencia) intentaba provocar con sus tontos comentarios fascistas a las hermanas de mi amiga, sindicalistas ambas. Claro que ellas, Bibi e Isabel, sí son inteligentes y no entraron al trapo con semejante bobo. Mientras tanto, mi chico Luis fue el más listo de todos: bien poco tardó en evadirse gracias a la hierba buena cultivada en la urbanización evitando así alternar con los vecinos. Con todo, fue el viernes un día muy divertido: reencuentro con amigas (Patty, cuánto tiempo sin verte. ¡Menudo morenazo lucías, y qué sandalías más monas llevabas!), encuentro con un recién llegado (Bibi, ¡qué ricura de bebé!), constatación fehaciente de que en Madrid no todos son de derechas (gracias, Bibi e Isabel), y una fiesta en la que no había que ir espectacular, tan sólo había que ir (gracias, Mª Jesús, ir a tu casa siempre es genial).
*En realidad la casa está en la zona sur de la Comunidad de Madrid pero como opina Luis, por mucho que digan, Madrid no ha dejado de ser manchega.
La casa de Mª Jesús es guay, a mí como bien dices lo que más me chifla es lo que planta Mohamed en su jardín...
ResponderEliminarQué me vas a decir?. es que el ser humano ha perdido la capacidad de pensar qué está bien y qué está mal; así que hablan por hablar, y tu acabas extresada por no gritar. lo mejor.......hacer lo de Luis y sacar provecho de la naturaleza tan maravillosa.Aunque eso sí como dice la canción: valió la pena....... Besos.
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