viernes, 22 de octubre de 2010

Crónica de Millesime: lo que yo viví

Taller de las burbujas by GH Mumm, con Ramón Freixa
Foto de Eva Rico
La llegada de una de las citas gastronómicas y sociales del año como es el caso del salón Millesime prometía una jornada de felices acontecimientos como la plática con grandes profesionales con los que, en algunos casos, cerrar una entrevista largamente esperada (¡ay, qué lentas son a veces algunas agencias), el paladeo de especialidades elaboradas por los chefs más en boga, el disfrute de las bebidas más exclusivas, y cómo no, el encuentro con amigos y colegas a los que aprecias. Y eso fue lo que sucedió. Claro que la vida real tiene sus aristas, pequeños problemillas con los que una, a priori, no contaba. Desde que tengo dos trabajos, uno muy aburrido del que no vale la pena hablar, y otro maravilloso pero que, lamentablemente, me da menos dinero, tengo que hacer filigranas para asistir a los actos que más me atraen, y por supuesto, Millesime era una de ellos. Un día de vacaciones bastaba para disfrutar de este encuentro que, por fin, llegó el pasado miércoles. Pasar el día en el Salón de la Pipa era mi plan y así lo llevé a cabo, aunque mi arista, ese problemilla con el que no contaba, lo vi, nada más levantarme, estampado en mi boca. A mí me hacen gracia los anuncios de Compeed, con esas chicas monísimas pintándose los labios para disimular una pequeñísima pegatina transparente puesta para curar un aún más minúsculo herpes labial. Pero a mí, al contrario que a ellas, el herpes labial me deforma el labio, me lo hincha, hasta hacerme parecer la hermana pequeña del malogrado hombre elefante. Cual Maitena, al poco de llegar a Millesime, tuve que aguantar que mi amigo Alberto me preguntara por el médico que me había puesto el botox. ¡Grrrrr! Desfiguraciones aparte, el montaje de Millesime, como siempre, ha sido espectacular. Muchas de las mejores firmas han estado presentes (al resto les gustaría estar, pero el espacio es el que es, y si se ampliara, perdería ese toque de exclusividad), y varios de los chefs más codiciados han dejado su impronta. Este año, al igual que el anterior, el champagne de referencia, con stand y acompañando las comidas, ha sido Mumm. Aunque sé de buena tinta que alguna que otra gran firma de cava quiere, año tras año, entrar, parece ser que, por ahora, el hermano francés tiene el podio millesimeiano conquistado. También han repetido las ostras de Daniel Sorlut, aunque algún compañero comentaba que, aunque buenas, son incomparables a las gallegas. Curiosamente, este año Galicia era la Comunidad Autónoma invitada. Varios cocineros gallegos -como un simpatiquísimo Pepe Solla, Xosé Cannas y Marcelo Tejedor- y algunas bodegas de Albariño parecían ser el grueso de la representación. Llamaba la atención la ausencia de proveedores de marisco gallego, con espacios para probar el producto, emulando a los franceses de las otras, o al caviar galo que también tenía su rinconcito. Al igual que en ediciones anteriores, la zona del jamón ha vuelto a arrasar con un espectacular Sanchidrián como abanderado de la causa jamonera. También estaba por Millesime elaborando cócteles Jordi Otero, el flamante ganador de la final española de la World Class Competition, bastante menos guapo en persona de lo que hacían vislumbrar las fotos.
En acción, con Bruno Oteiza.
Fotografía de Eva Rico.

Bruno firmando el autógrafo
para mi hijo Javi
Foto de Eva Rico
Antes de pasar al aperitivo, eso sí, me metí en las entrañas del Salón para hablar con algunos de los cocineros. Me decanté por Bruno Oteiza y tengo que confesar que todo fue por un gusto infantil: mi hijo Javier, de 12 años me preguntó por él, y ante mi sorpresa descubrí su admiración por Bruno al que conoce por su programa de La Sexta. Ante mi pregunta sobre el reconocimiento de la cocina mexicana por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad se mostró contento y exultante (no en vano, Bruno está afincado en este país desde hace dieciséis años), al igual que su colega y amigo, el chef mexicano Benito Molina. Añadir también que, además de algunas declaraciones, también me llevé de Bruno un simpático autógrafo para mi hijo que transcribo aquí: ‘Javier! Te mando un fuerte abrazo!! Cocina de vez en cuando que serás feliz! Bruno.’


El almuerzo transcurrió sin sobresaltos: unos cuantos platos de Ricard Camarena, Francis Paniego, Schilo Van Coevorden y Mario Sandoval de impecable hechura, excepto un par que, bajo mi punto de vista, no sobresalían entre tanta maravilla. De todos modos, ante tal montaje, raro sería que todo, absolutamente todo saliera perfecto, notándose como, además, se notó la eficaz dirección de sala del siempre profesional Paco Patón. Tuve ocasión de tener a mi izquierda, en la mesa, al actor Miguel Ortiz quien, por suerte para mí, no huyó despavorido ante la alteración de mi rostro. Espero encontrármelo alguna otra vez para que vea que, de normal, no soy tan fea. El actor me contó que se hallaba inmerso en el rodaje de una nueva serie de piratas ambientada en la Galicia del siglo XVII. Creí entender que al día siguiente se marchaba de rodaje por las frías aguas del Cantábrico, con traje de neopreno, claro está. También en mi mesa los periodistas Alberto Granados de la Ser –como siempre con su séquito de bellezones-, Rosa Conde de Telecinco–dicharachera como siempre aunque, por momentos, algo enfurruñada-, Begoña Tormo – estupenda en el día de su cumpleaños- , Laura Gómez, y Ana, estas tres últimas de Telemadrid, y el guapísimo y televisivo chef Juan Pozuelo. En la mesa de al lado, la siempre eficaz Miren Cerrato, manejando la comunicación como pez en el agua y con el semblante fresco y radiante como acostumbra.


De izq. a dcha.: Carlos Moreno, Alberto Granados, Beatriz Jiménez (4º por la izquierda),
Inés Romera (centro), Rosa Conde (escondida tras Inés), Pepe Solla, Xosé Cannas y Montse Ambroa (abajo)
Fotografía de Eva Rico
 La tarde discurrió entre cócteles y gin-tónics; entre talleres y copas de champagne. Y hablando de cócteles y champagne querría aclarar que aunque no me gusta nada, como todos, me equivoco y en mi post anterior mencioné que encontraríamos al genial cocktailman Víctor García de Haro preparando gin-tonics con Gin Mare pero no era así. Víctor, eficaz y maravilloso como siempre, estaba en Millesime deleitando los paladares de los visitantes con unos fantásticos y poéticos cócteles a base de Gin Mare de nombre Amanecer, Atardecer y Anochecer, representando cada uno de ellos tres puntos del Mediterráneo: Grecia, Barcelona y Niza. Por la mañana, cuando todavía andaba grabadora en mano, hice una primera visita a Víctor con la periodista y escritora Eva Celada. Víctor nos mimó un poco preparándonos un improvisado cóctel prácticamente sin alcohol, espectacular, con tan sólo unas gotitas de June, un aromático licor de flor de uva.
Ramon Freixa en Millesime
Foto de Eva Rico

También por el Open Bar, la zona afterwork, estaban otros amigos, entre ellos, la periodista Montse Ambroa –como siempre, jovial con todo el mundo-, Eva Rico -cámara en mano retratando todo lo que veía-, Javier Arias, director de comunicación de Infiniti y feliz socio de la revista digital de moteros http://www.chopperon.es/ –no en vano es un enamorado de su Harley-, casi todos aquellos con quienes compartí mesa y varios cocineros como el histriónico y alegre Ramón Freixa, a quien más tarde también vi impartiendo un divertido taller. También estaba por allí la reportera de Madrid Directo, Inés Romera, quien, por cierto, siempre lleva unos vestidos preciosos.

Ya casi al final de la tarde, coincidí con mi colega y amiga Reyes Cuevas, quien tuvo la amabilidad de acercarme a casa de otra amiga, Laura Grani, aunque eso ya es otra historia. Me hubiera gustado encontrarme con más amigos, pero no todos podíamos coincidir. ¡Otro año será!

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